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TITULO: "Ponga un «graffiti» en su fachada"
Texto:
HENAR DÍAZ
Fuente: ABC, 13-08-2005
Una frutería, un estanco, una inmobiliaria, una agencia de viajes, e incluso una farmacia se han apuntado a esta iniciativa, con la que dicen que han conseguido vencer la guerra a las pintadas de los grafiteros. .. 

 

«Si no puedes con ellos, únete a ellos»; así, al menos, debieron de pensar hace un año un grupo de comerciantes del distrito de Chamberí, hartos de que las fachadas de sus negocios de la calle del General Álvarez de Castro amanecieran, mañana tras mañana, «decoradas» con las indiscriminadas pintadas de los grafiteros de la zona. La idea se le ocurrió a César, el propietario de una veterana frutería situada al comienzo de la calle: «Estábamos hartos de que nuestra fachada acabara pintada por grafiteros. Hicimos reforma y cambiamos el antiguo cierre por uno eléctrico, que temíamos que también nos estropearan». Así que, según cuenta Juan Manuel, uno de los dependientes, se decidieron a llamar a Juan Martínez, un joven estudiante de Ilustración, vecino del barrio, para que decorara el cierre del establecimiento: «Le propusimos que nos pintara un tema de acuerdo con nuestro negocio». Dicho y hecho: dos abejas recogiendo polen de una flor y un panal decoran hoy El Colmenero -así es como se llama la frutería, especializada también en la venta de miel-. Según Juan Martínez, creador de los dibujos, «los grafiteros se respetan entre ellos. Si hay un dibujo hecho, otro no va a pintar encima». La iniciativa cumplió su misión, y desde entonces el cierre de César no volvió a aparecer con pintadas. Un toque de color para el barrio El boca a boca funcionó entre los vecinos y pronto se sumaron a la idea otros negocios de la zona. 

El siguiente fue Ignacio Martín, dueño de una tienda de motosierras: «Ví el «graffiti» de la tienda que vende miel, y me gustó. Encargué el diseño a un familiar diseñador gráfico y le pasé el tema al decorador». Ignacio asegura que con este proyecto los grafiteros han parado radicalmente de hacer «garabatos». «Hace dos años pinté la fachada de un par de colores y a los cuatro días ya estaba llena de pintadas». Tras la tienda de motosierras han sido numerosos los comercios de la calle en animarse. Desde hace dos meses se han apuntando al «graffiti» una farmacia, una inmobiliaria, una agencia de viajes y un estanco. Su éxito ha llegado incluso a otras calles: «El restaurante Puerta y Brasa, de Bravo Murillo, ya me ha pedido referencias», dice Antonia Escobar, su encargada. José Antonio Terrón, dueño de la inmobiliaria, está encantado con su decoración. Además, dice que desde que pintó su fachada ha conseguido también librarse de otro problema, el de las pegatinas de los cerrajeros que tanto le costaba quitar. También los vecinos se muestran encantados con el nuevo toque de color que se está dando a su barrio. José Antonio está convencido de que, si el resto se animara a adoptar esta iniciativa, General Álvarez de Castro podría llegar a convertirse en la «calle del graffiti» y ser un reclamo para madrileños y turistas: «Vendrían más por aquí a disfrutar de las terrazas». Más de cuarenta tiendas. 

Mientras tanto, a Juan Martínez no le falta trabajo. Ya ha pintado unas cuarenta tiendas y le siguen llamando, aunque se queja de que sus obras no están bien valoradas: «Lo que yo hago no lo considero «graffiti», sino decoración». Aunque depende del tamaño, una fachada puede llevar a Juan toda una tarde o incluso algo más, y el precio de los «graffitis» oscila entre los 150 y 300 euros. Antes de empezar a trabajar, el comerciante le suele hacer una autorización para evitarle problemas con la Policía Municipal. Desde hace meses, esta iniciativa se está extendiendo por otras zonas comerciales de la capital. Todas las noches, cuando los comerciantes echan el cierre a sus negocios, la céntrica calle de Fuencarral se convierte en una especie de museo callejero para el llamado «arte urbano»: llamativas firmas y logradas «muñecas manga» llenan de color una de las calles más transitadas de Madrid. También se han ido sumando al proyecto otras localidades de la Comunidad. Un «graffiti» mural decora desde hace días la fachada del Centro Social Caleidoscópico. El trabajo se debe a un convenio de colaboración que el Ayuntamiento de Móstoles ha firmado con el artista local Francisco Javier Mata Escobar. Las figuras de Don Quijote y Sancho y un característico paisaje manchego decoran este gran mural temático, con el que esta localidad del suroeste de Madrid ha querido rendir su pequeño homenaje al IV Centenario de la edición de El Quijote. La elaboración del mural se enmarca, además, dentro del programa de artes plásticas y visuales que este año está desarrollando la Concejalía de Cultura de esta localidad madrileña. Un proyecto con el que el consistorio mostoleño quiere demostrar su apoyo a esta nueva expresión artística, que, si se usa de forma racionalizada y en espacios y lugares adecuados, puede convertirse en una divertida forma de decorar las «grises» calles y fachadas de la localidad.

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