Un
whole car (vagón recubierto entero de graffiti) es uno de los
mayores logros a los que puede aspirar un escritor de graffities.
¿Arte vandálico? ¿Movimiento urbano?
¿Simple diversión? ¿Forma de expresión
marginal? Quién sabe, pero hay algo en esta frase: "La palabra
es una excusa, muere la excusa y la palabra pasa a tener valor por
sí misma".
"La
palabra es una excusa, muere la excusa y la palabra tiene valor por sí misma." Lo dice
Suso, un escritor de graffiti (writer) convencido de lo que hace y con prestigio entre los
suyos. No en vano una de sus señas es la conocida plasta, que puede verse dibujada en
muros, metros, trenes... y también en camisetas que él mismo comercializa.
¿Por qué lo hacen? ¿Son unos vándalos?
¿Son marginados? ¿Hay que ser un poco raro y un poco
sucio? Son las clásicas preguntas contra las que Suso ofrece su
inusual respuesta: "Más que porque me gusta, pinto porque lo
necesito; pinto un tren y soy el hombre más limpio del mundo...
Un día me pilló la policía y me soltaron porque
vieron que no tenía intención de molestar a nadie. Es un
hecho social que te hace, que no es consciente. Yo pinto porque lo he
visto hacer a otra gente." Pero empecemos desde el principio.
Según Fernando Figueroa-Saavedra, estudioso del fenómeno, se puede decir que el graffiti
nace en Estados Unidos a finales de los sesenta.Ya en los setenta, se vincula al movimiento
Hip Hop Graffiti (HHG) en los 80.
En esa década, es cuando por las calles de Madrid comienzan a verse pintadas de los pioneros
del graffiti español: Muelle, Bleck, Larry, Rafita... Según Figueroa, pueden distinguirse
tres grupos dentro del panorama madrileño: los escritores autóctonos (Muelle, Bleck la
rata, Juanmanuel, Tifón...), los escritores HHG (Suso33, Spi, Edu, Beto..) y finalmente, los
grupos HHG (Reyes del Mambo, Acme, XBK...)
Pero, ¿por qué pintan? Mucho y muy diverso -incluso contradictorio- se ha escrito sobre el
contenido ideológico, cultural, artístico o sociológico de este movimiento. "Sí
parece claro -explica Figueroa- que se trata de un movimiento urbano
descentralizado e internacional, que defiende cuatro valores principales: la fama, la
expresión artística, el poder y la rebelión". Por lo demás, el fenómeno es tan
amplio que parece plagado de contradicciones: mantiene la identidad individual dentro de la
colectiva; se entiende como diversión pero también como forma de vida; no cuestiona la
propiedad pública o privada, pero sí la posesión del espacio público. "Mis pintadas
no pueden molestar a nadie. Soy el hombre más limpio del mundo", repite con énfasis
mientras me muestra fotografías con algunas de sus obras.
Para Figueroa-Saavedra, "el graffiti se concibe como una actividad
ineludiblemente vandálica, aunque estética, con sus
propias normas autorreguladas y llegando a plantearse motivaciones
cívicas". Por lo demás, alberga desde planteamientos
apolíticos a posturas libertarias, es un movimiento antirracista
por definición y defiende la tolerancia hacia el consumo de
drogas blandas. Los escritores de graffiti tienen su estética
interna, sus señas de identidad: el uso del aerosol, la
música rap, el breakdance, el baloncesto o el skateboard y por
supuesto, un argot propio.
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