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TITULO: "«Graffiti», el arte rupestre del siglo XXI"
Texto: TULIO H. DEMICHELI

Fuente: ABC, 05-05-2003
El Museo de Altamira invitó a los artistas «grafiteros» JES y Okuda para que realizaran en público una «pieza» conjunta que se exhibirá en una de las salas de esta institución. .. 

 

Para muchos se trata de un galimatías de apariencia caligráfica, de sucios garabatos que ensucian y deterioran el paisaje urbano y que son obra de unos vándalos gamberros. Sin embargo, hay algo detrás, porque lo mismo el trazo nervioso y rápido del «tajeo» que la «pieza» más elaborada comparten un rasgo de identidad: la firma, que es el alias o, si se prefiere, el «nombre de guerra» clandestino del «grafitero». Cada una de sus deposiciones pictóricas habla de una persona, de un adolescente que se desarrolla y vive confinado en la ciudad moderna, en la que ya se consumó la ruptura total con la naturaleza, con el mundo agrario. Y así, mucho más allá de una simple mancha, cada «tajeo», cada «vomitado», cada «pieza» es un grito de rebeldía, un personalísimo «¡Yo estoy aquí!», un libertario puñetazo gráfico al que además se asocian otras manifestaciones de una cierta cultura juvenil: el hip-hop, generadora del rap y del break-dance.

Salir del gueto, cambiar la realidad ¿Por qué en el Museo de Altamira? Para el profesor Pedro Linares, comisario de la exhibición, existen varios puntos de contacto entre el «graffiti» y el arte rupestre. «En primer lugar, la función mágica de la pintura. El «grafitero», como el hombre primitivo o como el artista de las vanguardias clásicas -afirma Linares- busca cambiar la realidad en que vive. Así, con sus dibujos el hombre prehistórico conminaba a la Naturaleza para dominarla; por su parte, nuestrosjóvenes «grafiteros» buscan salir del gueto de la marginación para modificar su estatus, ya sea de forma involuntaria. En segundo lugar, si los rituales mágicos del hombre prehistórico se servían de la pintura, de la música (utilizaban flautas de hueso y otros instrumentos) y de la danza , el «grafitero» tiene, además de un modo de expresión pictórica, una música y un baile que les son propios: el rap y el break-dance. En tercer lugar, el artista de Altamira y los «grafiteros» hacen casi un mismo uso del soporte. Los bisontes hallan volumen en los volúmenes irregulares de la piedra caliza y el trazo se ajusta y acentúa en las grietas, de la misma manera que estos clandestinos artistas urbanos incorporan a sus piezas las ventanas, las puertas o las imperfecciones de un muro. 

Por último, hay que señalar que el primer «tajeo» y el primer aerógrafo se encuentran ya en Altamira. Así, las manos impresas en el techo de la cueva pueden considerarse como la impresión personal de sus dueños; y, en cuanto al aerógrafo, aquí se ha hallado instrumentos para pintar soplando, aunque ninguna de las pinturas que han llegado hasta nosotros haya sido realizada con ellos». Jesús de Diego -autor del ensayo «Graffiti. La palabra y la imagen« (Los libros de la frontera)- hace un poco de historia y explica a ABC que el «graffiti» es un «fenómeno eminentemente norteamericano, que nace a principios de los años 70, se desarrolla en las grandes ciudades entre los adolescentes afroamericanos. Las manifestaciones de este arte urbano son el «tajeo», que es la firma simple(un pseudónimo como «Muelle», «JES», «Okuda» o «Fade») y que significa la presencia: «Yo he estado aquí». Sirve para «bombardear», para hacer ubicuo el paso de su autor por el paisaje urbano.

La «pieza» es la firma desarrollada como un motivo más elaborado de acuerdo con requisitos convencionales de tamaño, calidad gráfica, adscripción a un cierto estilo y habilidad con el «spray» de pintura y sus diferentes boquillas. A medio camino entre ambos se encuentra el «vomitado», que se realiza con muchos menos medios y de manera más elemental que la segunda. Y por último, están los «wagons» (vagones) y los «whole cars» (coches enteros), que son «piezas» de gran tamaño que viajan en autobuses, trenes y hasta en aviones». «Su único sitio es la calle» ¿Habría forma de contentar a quienes se sienten agredidos y perjudicados por el «graffitismo», como proporcionar espaciosautorizados para que los jóvenes pinten? «Su único sitio es la calle -concluye Linares categórico-. 

No hay forma posible de acercamiento, porque entre sus presupuestos se cuentan la búsqueda muy elemental de identidad en el espacio público y el gusto por la clandestinidad. Los «grafiteros» dicen que si estuviera permitido, no les gustaría». Aunque quizá no sea del todo así. JES (Jesús Cerezo Ventura, Madrid, 1975) y Okuda (Óscar San Miguel Erice, Santander, 1980) están aquí, en Altamira, realizando una pieza conjunta en la que desarrollan el tema de la evolución del hombre, desde la prehistoria hasta que se arma de máscara y «spray» para pintar las paredes de la ciudad. JES recuerda que empezó«en serio» a partir de 1997. Aunque en un principio el «graffiti» era un «grito de protesta», él se considera «más cerca de lo estético» y con un estilo «inclasificable, porque mezclo el pastel (la caligrafía, el «tajeo» plano) con el 3D (los motivos volumétricos)». JES, que actualmente trabaja en publicidad, tiene alguna referencia en la historia de la pintura -«admiro a los surrealistas, muy especialmente a Dalí, un artista que me encanta, concluye el artista- y también del cine, como H. R. Giger, el escenógrafo de la película «Alien»».

Por su parte, el santanderino Okuda también admira a H. R. Giger y señala entre sus artistas preferidos a Picasso, «sobre todo cuando consigue transmitir lo infantil». Estudia Bellas Artes y comenzó a pintar «alos catorce años para marcar el barrio. Mi firma la ví de pequeño en los créditos de una serie japonesa de dibujos animados. Pinto «graffitis» porque pertenezco a una sociedad que nos ha bombardeado continuamente con mensajes, y porque es una forma de decir: «Yo estoy aquí»». Se ha formado en el «grafitismo» clásico de los años 80: «BBC», «Jon One», «Lokiss», «Ash», «Skki» (de París): «Tats», «Crew», «TKD», «Seen» (de Nueva York), aunque «todos dicen que lo mío es mío y yo procuro no repetirme ni ser rutinario. Todavía pienso que no tengo estilo».

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