Aumentan
las quejas vecinales por vandalismo en Malasaña. Un
centenar de artistas habían pintado los cierres de los
establecimientos del barrio durante este fin de semana y menos de 48
horas después muchas de esas obras están
destrozadas. Los grafiteros han pintado sobre ellas así como
en muchos portales del barrio. Poco ha durado la
satisfacción de vecinos y comerciantes en el barrio
madrileño de Malasaña. Si en un sólo
día, más de cien verjas,
portales y escaparates de los comercios del emblemático
barrio de Malasaña de Madrid se transformaron en un espacio
de arte urbano gracias a Pinta Malasaña!, un proyecto
abierto a artistas y ciudadanos, poco más han tardado los
grafiteros incontrolados en destrozarlos.
Un centenar de artistas habían pintado de forma
simultánea los cierras de tiendas del barrio
madrileño de Malasaña este domingo. "Los
comerciantes han aceptado enseguida, saben que el arte urbano
revaloriza el barrio y le da más vida". "No se lo han
pensado dos veces y han vuelto a querer formar parte de la propuesta".
Entre los más de 800 candidatos que se presentaron, los
100 nombres nacionales e internacionales seleccionados para cubrir con
sus dibujos las paredes pertenecen a ámbitos tan dispares
como la ilustración, el diseño e, incluso, la
pintura de estudio. Pablo Burgueño, Sebastián
Cue, Parsec!, Elienígena, El Rey de la Ruina o Pablo Hablo
han sido algunos de los encargados de dejar su impronta en esta
"jornada cultural y festiva única y efímera".
La alegría ha sido efimera. Graffitis por todas partes, que
han destrozado la obra de estos artistas y que han invadido portales y
paredes. Los "vándalos" no han respetado nada. Los vecinos y
comerciantes están indignados. Muchos no llegaron si quiera
a ver las obras de diseño y color plasmadas el domingo.
Pinta
Malasaña se configuró como una fiesta del arte
urbano y ya se sabe que, después de un sarao, toca la parte
menos bonita. Esa que conlleva limpiar la casa, recoger los enseres
personales y pasar la resaca. El proyecto involucró a
más de 100 artistas en Madrid que intervinieron
más de 100 cierres de comercios. En total, 200
intervenciones de las que 48 horas después solo sobreviven
algo más de la mitad. Los comerciantes han montado en
cólera y ya interponen denuncias. Los promotores del evento
están "apenados". La razón: las acciones del
domingo han amanecido cubiertas con tags -firmas a spray- o/y
repintadas con bombings -piezas rápidas a dos colores-, obra
de artistas noctámbulos "no autorizados".
"Fue una iniciativa buena. El barrio se llenó, vino
muchísima gente a pasar el día aquí y
a consumir en sus tiendas", dice Alberto Peña, presidente de
la asociación Vive Malasaña. La acción
fue puesta en marcha por Somos Malasaña y el colectivo
Madrid Street Art Project, que en el pasado ya llevaron a cabo la
creación de la Línea Zero y que celebran Safaris
Urbanos por las calles de la capital. Se convocó un concurso
abierto al que se presentaron más de 800 artistas. De ellos,
se aceptaron 100, que fueron habilitados el pasado 17 de abril para
pintar Malasaña. Una idea que ha tenido resultados que
algunos ya esperaban, aunque no tan rápido. La respuesta de
un barrio tradicionalmente punkarra y degradado a un proceso de
gentrificación que lo ha salpicado de cafés
tercera ola, tiendas de ropa vintage y cupcakes.
El grueso de las 200 obras se concentraban entre las calles Velarde,
Corredera Alta de San Pablo y Espíritu Santo. Dos
días después, las intervenciones del domingo han
dado paso a nuevas piezas que nada tienen que ver con las originales.
"El lunes ya habían pintado encima. No sólo el cierre, sino
toda la pared", asegura la dueña de un comercio de la zona.
Esta vecina, ante dejar su tienda con el nuevo grafiti o pintar todo,
optó por lo segundo. "Es una falta de respeto hacia los
artistas y hacia las tiendas esto que ha ocurrido", continúa.
"Los daños colaterales era algo que preveíamos,
pero han sido más rápidos de los que
pensábamos", dice Alberto. Los grafitis son una constante en
el barrio de Malasaña: cada fin de semana aparecen nuevas
firmas, "la putada es que nadie lo vigila", dice la comerciante. En el
otro extremo, el testimonio del dueño de otro bar de
Malasaña: "Lo del domingo ha sido una vergüenza.
Muchísima gente, muchos haciendo botellón, todo
sucio...", se queja. Y a modo de advertencia cuenta a eldiario.es: "Si
no admites la botella [en referencia al botellón] no la
admites nunca. Lo mismo con el graffiti".
El espacio de coworking Espíritu 23 también
participó en Pinta Malasaña. Todos los comercios
o locales que quisieran apuntarse solo tenían que
hacérselo saber a la organización y esta les
asignaba un artista. "A nosotros nos gusta el arte urbano, por eso nos
apuntamos", dicen. El cierre de su local ha amanecido este
miércoles repintado por los otros grafiteros. "Lo que han
hecho ha sido estropear todo el barrio, está lleno de
suciedad", aseguran desde el espacio. Desde Somos Malasaña
se muestran tristes, ya que los artistas "invirtieron muchas horas de
trabajo y vinieron de diferentes partes de España". Aunque
son conscientes de que "es arte efímero y que las obras
desaparecerán al ritmo que marca la calle".
En este punto es importante reseñar que ninguno de los
artistas que participó en Pinta Malasaña cobraba.
Una vez seleccionados, la organización les proporcionaba un
pack de 200 euros en pintura para desempeñar su trabajo. Sin
embargo, según ha podido saber este diario, alguno de los
que se apuntaron para el concurso y ahora pintan encima de los cierres
fueron rechazados por los organizadores. ¿Venganza? Fuentes
cercanas a los grafiteros que han repintado el barrio lo niegan: "Esto
no deja de ser pintura mural en spray, como si utilizas
óleo. Es otra técnica, pero de la esencia del
grafiti ahí no hay nada".
"Creo que reivindican que el grafiti es algo ilegal, cosa que es muy
revolucionaria y muy antisistema", dice irónicamente
Alberto. Y continúa: "reivindican que todo lo que sea algo organizado y
dentro de la normalidad y la legalidad hay que destrozarlo.
Quizá se sientan un poco invadidos dentro de su espacio". La
fuente consultada por eldiario.es, que prefiere no dar su nombre,
asegura que aquí se juntan dos motivos: "El principal es la
hipocresia por parte de las administraciones. Mientras que para ellos
[los grafiteros], pintar supone multas de hasta 3.000 euros, luego hay
gente que en la calle nunca he hecho nada y que sólo aparecen cuando
hay dinero de por medio o permisividad".
De momento, los comerciantes ya se han organizado y van a emprender una
denuncia conjunta. "Hay 120 denuncias presentadas de forma individual",
dicen desde Somos Malasaña. Y cuentan con cierta
resignación: "Se ve que está de moda. Todo el
mundo quiere venir aquí: por un lado está llena
de hipsters y por otra parte esta gente, que vienen aquí
precisamente para el postureo". Pinta Malasaña espera
celebrar el año que viene un evento de
características similares. Pero no sabemos si en las mismas
condiciones. "¿Cómo puedes decir que eres un
artista urbano cuando no has hecho nada más en la calle que eso [Pinta
Malasaña] y encima estás pisando a gente que
lleva toda la vida en la calle? ¿Y encima exiges respeto?", sentencia la
fuente próxima a los grafiteros.
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