Daniel,
Dani y Adri son «grafiteros» legales gracias al programa «Muros vivos»
de San Fernando.
Dani, Adri y Daniel tienen algo muy especial en común: son grafiteros
legales. Sí, como lo oyen. En su pueblo, San Fernando de Henares, el
Ayuntamiento les ha dado permiso para pintar a sus anchas. Una única
condición: tiene que ser en los espacios habilitados para ello, y solo
ahí. Los jóvenes están encantados. Rompen ese tabú de que lo prohibido
engancha más. Lo que les gusta es «expresar nuestras sensaciones y
nuestro arte. Si nos lo ponen fácil, mejor», asegura Daniel, el más
joven de los tres.
En realidad son ocho los jóvenes de este municipio los elegidos para
desarrollar el programa «Muros Vivos», del Área municipal de Juventud.
Y los ocho con permiso para dar rienda suelta a su creatividad. A todos
se les coordina —a ellos y al colectivo «Asamblea de Grafitti»—, para
que plasmen sus grafitis en distintos muros y espacios abandonados de
San Fernando de Henares.
El principal objetivo de «Muros Vivos» es recuperar espacios degradados
y «normalizar» la presencia del grafiti. Suena raro y difícil, pero ahí
está. Dani, Adri y Daniel son contrarios a la pintada sin arte, la que
ensucia y contamina visualmente. Se quejan de los «tags». De hecho, y
gracias a esta iniciativa, San Fernando es hoy una «ciudad limpia de
grafitis», asegura Nacho Marugán, uno de los monitores del proyecto.
La Concejalía de Juventud ha reservado dos zonas para los grafiteros
legales. La primera, de «iniciación», está en la carretera de
Circunvalación y la trasera del Instituto de Enseñanza Secundaria
«Jaime Ferrán Clúa». La segunda, o zona de «exhibición», se sitúa en la
fachada posterior del Centro Joven «El Laboratorio», en la calle
Nazario Calonge.
«Muros Vivos» ha llevado su tiempo a este municipio. Hace siete años se
entablaron los primeros contactos con los grafiteros de San Fernando
para que, sin dejar de dar rienda suelta a su «arte», sí evitaran
ensuciar el entorno.
«La gente nos mira mejor».
«El grafiti es una expresión artística; el “taqueo” ensucia y afea».
Nos lo dice Dani, pero Daniel y Adri le miran dándole la razón. Hemos
quedado con ellos tres. Queremos que nos cuenten cómo se lleva eso de
que te dejen pintar una pared inmaculada. «Cambia la forma pero no el
objetivo. Podemos expresarnos sin ensuciar y la gente lo mira de otro
modo. A nosotros, también», dice Daniel, 17 años y en Primero de
Bachillerato de Artes.
Eso mismo estudia Dani, su colega, pero en segundo curso. Los dos
«Danis», los dos en Arte. «Reconozco que es un “palo” que te pillen
pintando por las multas que ponen. Aquí estamos tranquilos». No quiere
revelar su firma. El tercero, Adri, también se muestra esperanzado con
«Muros Vivos». Él sí nos revela su firma. Es «Drion» y dice: «Me
gustaría ganarme la vida con los grafitis».
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