Karl
Hennig podría haber sido un hombre tranquilo y feliz de no
haberse conjugado
en su destino dos hechos inconciliables: su nacimiento en
Berlín y su odio al graffiti.
Hoy Hennig, político del partido de derecha
alemán CDU, pasará a la historia como el
primero que logró formar un congreso internacional anti
graffiti... y esto en Berlín,
la capital europea de las pinturas urbanas con spray. Justamente, en
esta ciudad, 300
participantes de Europa y Estados Unidos se dieron cita este jueves y
viernes para discutir la
mejor manera de perseguir a los artistas silvestres. Entre ellos,
la delegación
de Dinamarca representó la línea dura. Los
nórdicos contemplan en su ley hasta seis
años de prisión por pintar las paredes sin
permiso, una idea que nadie en Berlín parece
querer seguir con idéntico rigor.
"Ofertas alternativas". A veces parecería que lo que
expresan es un rechazo al concepto estético de las
autoridades. Pintar graffiti no está
estipulado en la legislación alemana como un delito.
Precisamente, la intención de los
partidos de derecha durante el congreso fue buscar una alianza para
presionar al resto de
los partidos políticos alemanes que los apoyen a
incluír a los graffiteros dentro del
código penal. El jefe de seguridad de los ferrocarriles
alemanes -un codiciado blanco de
los graffiteros-, Jean Petersen, declaró que su empresa
gasta anualmente más de US$700
millones para limpiar sus trenes y estaciones de las pinturas. Sin
embargo, aún entre los
políticos hay defensores de los graffiteros: nada menos que
el alcalde de Berlín
y anfitrión del congreso, Klaus Wowereit,
advirtió que poco se ganaba con castigos y
que lo mejor sería buscar "ofertas alternativas
correspondientes a la edad de los
graffiteros".
Graffiteros a la defensa. Paralelo al congreso tuvo lugar una protesta
de los mismos
graffiteros en el Parque del Muro en Berlín. Armados de su
lata de spray y con los rostros
cubiertos, proclamaron que "el graffiti es una escuela de la vida".
Levantando sus latas como armas amenazaron a sus enemigos,
reunidos a varios kilómetros
del lugar. El ruido de un helicóptero durante la
manifestación marcó la nueva estrategia
de la policía local: provistos de cámaras
sensibles al calor, los helicópteros
de la policía de Berlín comenzarán
desde ahora en adelante a perseguir a los
graffiteros desde el aire. Ese mismo día la cosecha de ocho
graffiteros atrapados in fraganti
marcó el primer triunfo de la nueva campaña de la
policía.
Héroes locales. Los
graffiteros son una suerte de modestos héroes urbanos en
Berlín; para ellos no se trata
solamente de pintar un buen graffiti, sino de que sea bien grande y que
esté expuesto de
la mejor manera posible. Algunos de ellos, como Christian "Lake" Wahle
o Gino Fuchs, han
alcanzado una fama legendaria y conseguido finalmente ser reconocidos y
hasta contratados
por algunas empresas. El muro de Berlín fue por
décadas un extenso lienzo para los
graffiteros; luego de su caída ha sido reemplazado por casi
cualquier pared de la ciudad.
Muchos de los graffiti de Berlín son, sin embargo, meras
rayas. Pero la falta de talento
gráfico no desanima a algunos graffiteros. A menudo, la
intención parece ser expresar el
rechazo a los barrios recién renovados de la antigua
Berlín Oriental, con sus
reconstrucciones históricas y sus fachadas con prolijos
tonos pastel. "Demasiado bonitas,
demasiado limpias, demasiado burguesas", parece ser la
opinión de quienes, implacables,
aprietan el botón de las latas de pintura y se dedican a
la redecoración.
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