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-ARTÍCULOS-

 TITULO: "El graffiti sale a subasta"
texto: Carlos Fresneda
Fuente: EL MUNDO
Año: domingo, 18 jun, 2000. Página 68
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El arte de la "pintada urbana" resurge en Nueva York pese a la persecución policial

NUEVA YORK.- Corría el año 1969, y Nueva York apareció bombardeada por los garabatos de un tal Taki 183, empeñado en estampar su firma " en todos los sitios posibles, de modo que todo el mundo la viera y la reconociera". Aquello fue el inicio de una nueva forma de arte urbano que los pioneros llamaron writing (escritura) y que alguien rebautizaría tiempo después como graffiti.
    Al cabo de 30 años, muchos lo siguen considerando como puro y duro vandalismo. Entre ellos el alcalde de NY, Rudolph Giuliani, que tiene una brigada policial especializada únicamente en seguir la pista a los guerrilleros del aerosol: multas de hasta cinco millones de pesetas por bombardear. Y se acabó la historia.
   Pero el graffiti sigue vivo: tanto, que acaba de salir por primera vez a subasta. Ocurrió esta semana, en el Puck Building de Manhattan, tomado al asalto por decenas de artistas del spray. Convocaba la casa Guernsey`s, la misma que hace años se desmarcó con una insólita puja de famosas guitarras eléctricas. Del rock al hip-hop, con la complicidad de decenas de neoyorkinos que abarrotaron la sala, profusamente decorada con tags, throw ups y otras históricas variantes del arte de la pintada urbana. La subasta tenía un aire como de mercadería clandestina, con b-boys del talento de Doze, Bama y Sharp firmando en una esquina catálogos a sus admiradores. Daba la impresión de que en cualquier momento podría llegar los NYPD Blues y arrestarnos a todos, en estricta aplicación de la política de tolerancia cero de Rudolph Giuliani.
    Pero la subasta arrancó, con un desvencijado plano del subway firmado por el legendario Taki 183 y adjudicado por casi 100.000 pesetas. La cosa empezó floja, todo hay que decirlo, y una tela bombardeada por los míticos United Graffiti Artists (Mico, Coco 144,Snake I, Stitch y Cay 87) se quedó sin comprador. Pedían por él ocho millones de pesetas. ¡Tela!
   Cifras millonarias. El cotarro se animó cuando un comprador anónimo, colgado al teléfono, pujó hasta los tres millones de pesetas por una puerta metálica firmada, entre otros, por Keith Haring y J.M. Basquiat, que también bombardearon el metro de Manhatan. El radiant baby de Haring- pintado a tiza- superó también el millón de pesetas. Pero el máximo interés lo despertaron otros dos dibujos en papel de Basquiat, por encima de los 20.000 dólares (más de 3.500.000 pesetas). A Basquiat se debe también el más alto precio pagado jamás por una obra de graffiti: Peter and the Wolf fue vendido el mes pasado por 660.000 dólares (unos 118 millones de pesetas). Con esa cifra en mente, los subasteros de Guersney`s pensaron que el mercado estaba maduro, y que decenas de coleccionistas y galeristas estaban dispuestos a partirse el brazo. Echó un capote el Museo de Arte del Bronx, pero hubo muchos más curiosos que compradores. Otra de las piezas que se quedó sin adjudicar fue un vagón del metro neoyorkino, decorado por algunas de las firmas más legendarias (Zephyr, Scotch 79, West1, Magoo2) y valorado en 12 millones de pesetas..."Hemos pecado por exceso" reconoció Arlan Ettinger, organizador de la subasta. "Aunque hemos logrado subir al graffiti de categoría y demostrar que estamos ante un vibrante manifestación artística, y no ante los garabatos de un puñado de gamberros".
    Una trepidante película, WildStyle, es la mejor forma de sumergirse en los 30 años de crímenes artísticos en las ciudades americanas. Y si no, basta con asomarse a la ventana de internet para comprobar que el graffiti está muy, muy vivo: decenas de sitios sobre su evolución en todas las partes del mundo, de Melbourne a Londres, pasando por Tokio, Berlín o San Francisco. Nueva York, la cuna inimitable del writing, cuenta con 30 websites autóctonos, algunos tan apasionantes como el at149st.com, donde se cuenta la historia de la legendaria estación de la calle 149: catedral subterránea del arte neoyorkino en los años 70 y 80.
   Colorismo urbano. El metro de Manhattan sigue siendo igual de sucio y cavernícola, pero mucho menos colorista que entonces, cuando cada vagón era un lienzo andante. La bandera de la resistencia urbana ha vuelto, sin embargo, a ondear en Brooklyn y en el Bronx, en forma de memorials o esquelas por los caídos en esa guerra silenciosa que se libra en los barrios negros e hispanos. Una batalla en la que los graffiteros no parcen estar perdiendo, a pesar de las medidas tomadas al alimón por los alcaldes de NY, Los Angeles, Washington y Chicago, hace ya tres años. Las alcaldías de estas cuatro grandes ciudades crearon unidades policiales antigraffiti. Multas millonarias, trabajos forzados y penas de cárcel para los autores de los graffitis. Limpiezas ejemplares en los muros. Leyes que prohíben la venta de aerosoles a menores de 18 años. Sin embargo, se estima que en NY quedan unos 2000 bombarderos, que desafían las leyes locales aunque los vagones de metro ya no sean la mejor pizarra al haber sido protegidos con pintura antispray.
Se ve que los graffiteros han tomado conciencia social, y la semana que viene se reúnen en el 79 de Greene Street en Nueva York para lanzar el Neo-Graffiti Project 2000: los artistas de la vieja y la nueva escuela, unidos en una macroexposición. La fiesta inaugural se celebrará el próximo 22 de junio, con el hip-hop de DJ Takagi Kan marcando el beat y la pintada colectiva de un mural exterior como mandan los cánones: bajo estricta vigilancia policial.

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