|
GRAFFITI: ORIGEN Y
EVOLUCIÓN
Todo empezó cuando el hombre
prehistórico para
protegerse del frío y de las fieras se refugió en
las
cavernas. Ellas fueron sus primeras paredes, en ellas pintó
el
mundo que conocía y pintando lo hizo más suyo.
Después el mundo se llenó de paredes, miles de
paredes de
letras: el conquistador puso su nombre en el arco triunfal; el
tabernero, un rótulo en la puerta de su establecimiento; los
sacerdotes, una leyenda en el pedestal de sus dioses. Se conocen
pintadas ya en el siglo VI antes de Cristo, cuando unos mercenarios
fenicios plasmaron sus nombres en las columnas de un templo egipcio, y
quedan también el testimonio de las letrinas de la antigua
Roma
y Pompeya, con todo tipo de mensajes: políticos,
escatológicos, humorísticos,
filosóficos,
amorosos, sexuales... Desde entonces hasta hoy se dan unos rasgos
constantes:el soporte del graffiti es siempre ajeno, y los autores -a
pesar de la firma- son anónimos. No obstante la segunda
mitad
del siglo XX ha conocido un enorme desarrollo de los medios de
comunicación y su omnipresencia en sociedades desarrolladas.
El
mayo del 68 francés fue una explosión
revitalizadora de
la pintada política. Algunos de sus eslóganes
dieron la
vuelta al mundo: "la imaginación al poder", "prohibido
prohibir". Poco después en Checoslovaquia las paredes de
Praga
fueron una protesta de la ocupación rusa. Los graffitis del
metro de Nueva York, el muro de Berlín, convertido en
símbolo gráfico de la división
alemana. En todos
los países, en todos los idiomas, en todas las
épocas...
La historia de la modalidad de graffiti
característica del
metro de Nueva York se inicia, según los cronistas, a
finales de
los años sesenta,cuando un joven de Washington Heights,
llamado
Demetrius empezó empezó a escribir su apodo
"TAKI", y el
número de su casa, 183, por todos los lugares por donde
pasaba:
paredes, las marquesinas de los autobuses, en los monumentos
públicos y sobre todo, en las estaciones de metro de todo
Manhattan. Muchos jóvenes consideraron a estos escritores
como
héroes, y vieron ésta como una forma
fácil de
hacerse famosos. Así, empezaron a pintar en los lugares
más inverosímiles, a decorar paredes, invirtiendo
un
escaso presupuesto en pintura, hasta culminar con redecorar los vagones
del metro de N.Y.
Caine Mad 103 y FlameOne fueron los primeros en reecorar
un metro de
Nueva York, aunque el motivo de sus mensajes no pretendía
precisamente tambalear los cimientos del sistema, al tratarse de un
recordatorio del bicentenario de la independencia de los Estados
Unidos, plagado de banderas americanas.Y mientras,
¿cómo
llegó este fenómeno social a Europa? La
combinación de dos factores fue determinante: por un lado, la
elaboración del documental "Style Wars", el cual mostraba el
desarrollo del graffiti neoyorkino, y por otro, la
exposición de
las obras de estos artistas yankis en un museo de Amsterdam abrieron
brecha en cuanto a la difusión de este controvertido arte.
Así, las primeras muestras de graffiti a mediados de los
ochenta
se podían ver en las zonas periféricas de las
ciudades.
Difundidas por las emisoras de televisión, reflejados en
películas y en todo tipo de publicaciones, el grafiti ha
seguido
siendo el reflejo de las clases marginales. Pero el estilo de los
graffitis de hoy nada tiene que ver con los de antaño: el
uso de
nuevas técnicas, válvulas, pinturas...
revoluciona el
estilo de los noventa. En todas las ciudades se pintan trenes, se
celebran exhibiciones-"jams", se crean fanzines que muestran obras de
autores de todo el undo. Revistas como FlashBacks (USA), Hype
(Australia),GameOver (España), Tuff Stuff (Alemania) o
Aerosoul
(Suiza) -por citar algunas- muestran lo que artistas como HEX, MODE2,
ATOME, DELTA, DARE o FAZE2, auténticos maestros, son capaces
de
hacer con un bote de spray, a veces auténticas maravillas
cuya
técnica es menospreciada por los que nunca han cogido un
bote y
admirados por una multitud de seguidores.
Keith Haring, uno de los más
innovadores y cotizados de
los últimos tiempos definió a la
perfección la
personalidad del graffiti dentro del arte: "Me
sentía
atraído por un dominio del color y del dibujo, por su gran
tamaño, por las imágenes que utilizaban,
porque
conllevaba un riesgo que merecía correr y, sobre todo,
porque en
ninguna otra forma de arte se da una relación tan
directa
entre el artista y su público. Aunque duren un
sólo día,
ya lo ven suficientes personas como para que merezca la pena"
El graffiti ha sido
tradicionalmente considerado, por un lado, como una forma de
comunicación
contracultural. Quizá, por otro, como una manera de
reivindicar la libertad del
individuo. En vuestra opinión, ¿por
qué ha estado siempre tan unida la idea del
grafiti con el concepto de reivindicación? ¿Ha
sido así desde tiempos remotos?
FIGUEROA:
En mi opinión
suele haber un rasgo de singularización en la
ejecución de un grafiti, incluso
un diálogo del autor consigo mismo en ciertos
casos más allá de lo lúdico, pero
habitualmente esa reivindicación es algo que en el grafiti
se va haciendo más
evidente cuanto más nos acercamos a los tiempos modernos.
Podría decirse que es
una reacción ambiental a un mundo obstinadamente regulador o
disciplinado, y
que no ha solucionado felizmente la articulación social del
individuo,
respetando su pulsión expresiva y creativa, y ofreciendo
mecanismos de
imbricación social que no violenten su naturaleza
cooperativa y de
singularización. Esta cuestión es importante, pues
nos aclara aspectos
importantes a la hora de entender por qué no es pertinente
hablar de grafiti en
épocas prehistóricas. Es un fenómeno
verdaderamente propio de una cultura
urbana, aunque pueda darse en ámbitos rurales.
GÁLVEZ:
Es un hecho que
en la historia humana siempre ha habido dibujos y pinturas en las
paredes,
usadas como un medio de comunicación. Los lugares
célebres, especialmente,
están llenos de grafiti, y también los lugares
relativamente aislados, como los
servicios públicos o las cárceles de todas las
épocas. Estas inscripciones son
huellas que dejan sus autores no sólo para la propia
persona, sino también, en
general, para que sean vistas por los demás y lanzar un
mensaje, sea o no
reivindicativo. En no pocas ocasiones la pintada ha sido el medio
preferido
para expresar opiniones políticas, sin
autorización oficial, sin miramientos ni
consensos previos y he ahí su eficacia, ya que ofrecen la
posibilidad de
hacerse oír de forma directa e inmediata. Debido a esto, el
graffiti como
herramienta y modo de comunicación tiene una larga
tradición desde tiempos
remotos así como medio de confrontación
política. Por ejemplo, las campañas
políticas
o los conflictos culturales eran, ya en tiempos de los romanos, motivo
de
fuertes disputas en las paredes; de un modo más o menos
discreto, más o menos
público, los símbolos en las paredes
contribuyeron siempre a la creación de
opinión o, por lo menos, a la agitación. Como
ejemplos a destacar, símbolos
como el Ictus cristiano o la cruz pasaron de ser secretos a convertirse
en
símbolos reconocidos por todos; el lema de la casa de los
Habsburgo,
"AEIOU" (Austria erit in orbe
ultima), se convirtió en un símbolo no
oficial de la resistencia austriaca
contra el III Reich. Otros ejemplos significativos serían
las pintadas de los
disturbios de Mayo de 1968 francés con sus famosos
eslóganes L'imaginationaupouvoir, o Sous les pavés il y a la plage;
en el
muro de Berlín, las pintadas durante la
Transición, las pintadas punks de
Londres y Ámsterdam, el grafiti en el exterior de vagones de
NY con el lema Vote Nixon!, con
mensajes pacifistas,
antibelicistas, de homenaje, etc. En todo este grafiti reivindicativo
del siglo
XX, sus autores trataban los problemas políticos desde una
perspectiva estética
sin dejar de usar mensajes con grandes dosis de ironía,
reciclando escenarios y
entornos, e interviniendo en el espacio público con el
objetivo de sorprender a
los espectadores con llamativos mensajes cuyo contenido encierra,
generalmente,
una provocación o crítica que suele invitar a la
reflexión.
¿Podríais
identificar cuál es
el primer grafiti de la historia o al menos el primero conocido?
¿Por qué nacen
los grafitis?
FIGUEROA:
Es una
pregunta muy complicada. Existe un período
histórico que se podría decir que es
tierra de nadie, con unas fronteras difusas, marcado por estructuras
sociales
como las sociedades de jefatura. En esos contextos es muy improbable
que se
diese el grafiti aun teniendo sistemas de escritura o
representación gráfica,
pero la ausencia de ciertas claves puede alterar profundamente la
interpretación.
El
graffiti como medio es
más propio de civilizaciones más complejas,
vertebradas entorno a la urbe, y
con una alta estratificación social y un alto desarrollo de
los códigos
representacionales, con cuadros importantes de funcionarios o un amplio
segmento de su población alfabetizado. Por esa
razón, se puede hablar
propiamente de un grafiti romano, heleno o egipcio, posiblemente
habría alguno
en Mesopotamia, pero no han perdurado vestigios. Cuando existe una
regulación
implícita o explícita de quién,
qué, cómo, dónde, con qué
se puede escribir,
aparece la transgresión de esas normas y la escritura
marginal. Es ahí donde
surge el grafiti, y que puede tener tanto un talante evasivo como
rebelde. Una damnatio no es en
sí un grafiti, pero
advierte de que pudiese coexistir o germinar.
En
cuanto al grafiti de
firmas, es resultado de la dinámica histórica que
impulsa el Humanismo y tiene
un desarrollo imparable desde las cárceles, al grafiti de
peregrinos, turistas
o soldados, de escolares, etc. hasta el surgimiento del getting-up en
Filadelfia o Nueva York, al albor de la sociedad de consumo y del espectáculo.
GÁLVEZ: Graffiti deriva de
la palabra italiana graffiare, arañar,
esgrafiar, por
extensión garabatear.
Los arqueólogos, desde el
siglo XIX, denominaron como graffiti
a la escritura ocasional realizada en lugares públicos y en
latín vulgar dentro
del contexto del antiguo Imperio Romano. Pero mucho antes, salvando lo
peculiar
de cada contexto, algo similar empezó cuando el hombre
prehistórico para
protegerse del frío y de las fieras se refugió en
las cavernas. Ellas fueron
sus primeras paredes, en ellas pintó el mundo que
conocía y pintando lo hizo
más suyo. Después el mundo se llenó de
paredes, miles de paredes de letras: los
sacerdotes pusieron una leyenda en el pedestal de sus dioses; el conquistador
puso su
nombre en el arco triunfal; el tabernero, un rótulo en la
puerta de su
establecimiento. Se conocen pintadas ya en el siglo VI antes de Cristo,
cuando
unos mercenarios fenicios plasmaron sus nombres en las columnas de un
templo
egipcio, y quedan también el testimonio de las letrinas de
la antigua Roma y
Pompeya, con todo
tipo de mensajes: políticos, escatológicos,
humorísticos, filosóficos,
amorosos, sexuales... Desde entonces hasta hoy se dan unos rasgos
constantes:
el soporte del grafiti es siempre ajeno, y los autores -a pesar de que
se
firme- son anónimos. No obstante la segunda mitad del siglo
XX ha conocido un
enorme desarrollo de los medios de comunicación y su
omnipresencia en
sociedades desarrolladas. El Mayo del 68 francés fue una
explosión
revitalizadora de la pintada política. Algunos de sus
eslóganes dieron la
vuelta al mundo. A la par en Checoslovaquia las paredes de Praga fueron
una
protesta de la ocupación rusa. El Subway Graffiti de Nueva
York, el muro de
Berlín convertido en símbolo gráfico
de la división alemana, en todos los
países, en todos los idiomas, en todas las
épocas, los grafitis nacen como un
grito de existencia, de resistencia, de rebeldía, y siempre
van unidos a las
grandes urbes masificadas, son intrínsecos a todas las
sociedades ya que
siempre las personas tienen algo que decir, quieren trascender, dejar
su huella
y no ser anónimas.
¿Qué
civilización antigua
hizo un uso más extenso o, en vuestra opinión,
más interesante de este modo de
comunicarse? ¿Por qué causa?
FIGUEROA:
En general
durante el período grecolatino. Quizás por la
documentación conservada, la
República romana nos parezca un período
apasionante, ahí tenemos el emblemático
yacimiento de Pompeya para ilustrarlo. Era un período de una
gran cultura, una
cultura difusa, oral, material y textual muy rica en un
ámbito plenamente
urbano, con un amplio segmento de población alfabetizado,
incluyendo plebeyos y
esclavos, aunque desde la moral patricia el graffiti no estuviese bien
visto. Digamos
que la epigrafía grabada o rotulada era el campo de
expresión reglado, afín a
los discursos oficiales, mientras que el graffiti esgrafiado o pintado
era el
campo de la expresión popular y no procedente de transitar
por la cultura
oficial. Así también el graffiti de la Edad Media
nos regala muestras muy
interesantes en cárceles o en entornos religiosos con los
matices propios del
espacio y de la época.
Sin
embargo, es también muy
relevante el siglo XIX, pues nos explica las raíces de la
gran eclosión
grafitera del siglo XX. Del mismo modo que conviene atender la
alteración
social que supuso la posguerra mundial. Sus procesos
socioeconómicos,
tecnológicos y de mercado, la renovación de la
subcultura urbana, la ampliación
de la cultura juvenil, los conflictos socio-psicológicos de
la sociedad
postindustrial, el rediseño de las ciudades, la mayor
capacidad de movimientos
de la ciudadanía y el desarrollo de las redes de transporte
nos explican muy
bien la eclosión del Getting-up, o sea la
movilización de las firmas dentro de
la cultura juvenil desde los años 60, y que dio lugar a ese
movimiento Graffiti
tan impensable en otras coordenadas históricas.
GÁLVEZ: Para mí, el Graffiti
de Nueva York es el gran hito histórico, porque supuso el
pistoletazo de salida
a todo el fenómeno que vino después, es decir, se
imitó en todo el mundo
gracias a la difusión mediática en
películas, documentales, vídeos musicales,
reportajes en revistas, libros, exposiciones... Este graffiti
comenzó en Nueva
York a principios de los años 70 del pasado siglo y dentro
de un contexto de
crisis económica y diferencias sociales que invitaban al
inconformismo. Sus
creadores estaban inmersos en una corriente que englobaba moda,
lenguaje, música
y un mundo pictórico; su alcance se extendió a
toda la cultura, formando parte
de la cultura Hip-Hop y en un plazo breve se transformó en
una tendencia
vanguardista conocida en todo el mundo. Keith Haring, uno de los
artistas más
innovadores y cotizados de los últimos tiempos
definió a la perfección la
personalidad del Graffiti dentro del arte: "Me
sentía atraído por un dominio del color y del
dibujo, por su gran
tamaño, por las imágenes que utilizaban, porque
conllevaba un riesgo que
merecía correr y, sobre todo, porque en ninguna otra forma
de arte se da una
relación tan directa entre el artista y su
público. Aunque duren un sólo día,
ya lo ven suficientes personas como para que merezca la pena".
De esos
estilos primarios surgidos en el metro neoyorquino surgió la
necesidad de hacer
destacar la propia firma entre el resto y se pasó de hacer
la firma más grande
a añadirle contorno, color, 3D, fondo, brillos... Es
ahí donde surge el Graffiti
tal y como lo entendemos hoy. Para mí, el mero hecho de que
un fenómeno
artístico clandestino originario de suburbios pase luego a
galerías de arte, me
parece muy interesante y merecedor de su estudio.
¿Cuándo
pondríais la fecha de
origen en la España moderna?
FIGUEROA: En lo que se
refiere al graffiti contemporáneo, es evidente que el fin la
dictadura en España
supuso, como en otras naciones de Europa o Latinoamérica, el
pistoletazo de
salida. En una fase inicial durante el declive o
fracturación del régimen el
graffiti servía principalmente al activismo vecinal,
político o social, aunque
también lo usaron los elementos afines entablando una
auténtica guerra mural a
brocha, rodillo o aerosol. Luego, con la consolidación de la
Transición, se
pudo desarrollar una vertiente más artística,
poética o hedonista, pero sobre
todo el discurso pasó de lo comunitario a enfocarse hacia lo
personal. En ese
marco irrumpe el proceso del grafiti de firma local, protagonizado por
jóvenes
o gente con espíritu joven, al albor del Rock Urbano o el
Punk, sumándose el
Hip Hop Graffiti, al estilo de Nueva York. Posiblemente sea posible
fijar el
año de 1982 como punto de inicio del Getting-up en Madrid,
con la figura de
Muelle, por ejemplo, un año en el que se puede afirmar que
el espacio público
ha sido liberado para el uso de la ciudadanía. Aunque la
constitución de una
clara, verdadera y sólida comunidad de escritores de
graffiti no llegará hasta
1986, reuniendo a bombarderos autóctonos y filoneoyorquinos.
A todo esto, es
interesante evaluar la manifestación y la
transformación cualitativa del
graffiti como un barómetro que nos confirma la
transformación de países que
abandonan un modelo totalitario en democracias capitalistas o
consumistas.
GÁLVEZ: No se puede
precisar una fecha concreta, ya que no hay suficiente soporte
documental. Si
hablamos de graffiti político, durante los 70. Si hablamos de
graffiti con
vocación de estilo, es decir, repetir una misma firma por
multitud de lugares
con el objetivo de ser reconocido, el pionero sería Muelle,
a partir del año
1982. Si hablamos de Graffiti Hip Hop, sería alrededor de
1984, sobre todo,
después de la emisión en cines de la
película Beat Street y
de la llegada del fenómeno del breakdance a
España.
Los investigadores afirman que Muelle empezó a firmar en su
barrio, Campamento,
alrededor de 1982; las primeras firmas, pues, nacen en esa zona por
imitación a
lo que él hacía. Pero como reflejamos en nuestro
estudio, todo esto hay que
tratarlo con cautela, ya que determinar quién fue el primero
en dejar su nombre
en una pared es imposible. Tampoco saber si fue la primera zona en
España donde
se inició ese fenómeno, ya que faltan
más estudios locales y nosotros no hemos
abordado su comparación con otras capitales
españolas; pero sí fue el foco más
activo y muy seguramente, fue el gran detonante. En todo esto, hay que
diferenciar
dos cosas: cuándo empezó el Graffiti a realizarse
y cuándo empezó a hablarse del
Graffiti.
Sobre
cuándo se empieza
a hablar del Graffiti, esta cuestión tendría
varias interpretaciones; si es por
la prensa, hay que recordar que uno de los primeros
artículos que mostraban el
tema apareció en el ABC,
en 1976. Además,
hubo performances en las que ya se recreaba “algo”
que venía de Nueva York
llamado Graffiti, la primera la realizó el escritor de
graffiti JuanManuel en
1977.
Si
hablamos de
televisión o cine, las
firmas junto con
el graffiti de bandas (y mucho) ya se vieron en España a
finales de los 70 en
películas como Fiebre del
Sábado Noche o The Warriors.
En muchas películas
americanas de los años 70 y primeros 80, como las de Charles Bronson que
aquí tanto gustaban,
aparecía mucho graffiti. Posteriormente el Graffiti Hip Hop
entra de la mano con
el breakdance y sobre todo, por la película Beat
Street, que hizo que se popularizara a partir de 1984. Suma a
todo eso,
además los videoclips y las fotos de las
carátulas de los discos, para que su difusión fuera global.
En
cierto modo, el graffiti se
emparentó directamente con la Transición
española, específicamente en Madrid,
donde se convirtió en uno de los emblemas de la conocida
como Movida madrileña.
¿Qué peculiaridades tuvieron los grafitis de
aquellos años? ¿Qué supuso esta
época para su popularización?
FIGUEROA: Lo fue todo,
fue un momento de exploración y aprendizaje en diferentes
entornos y estratos
sociales acerca de lo que eran las libertades. Los años 80,
pese a las
turbulencias, fue sin duda el período con más
libertades sociales y concordia
de nuestra historia, y también una época de
inocencia y ansias de plenitud. El
graffiti era sinónimo de democracia, de reconquista de una
calle presa de las
fuerzas del orden y un símbolo de la entrada en la
modernidad y el underground de
Europa y Estados Unidos.
Muelle, antes de ser un escritor de graffiti era un rockero que firmaba
su
nombre, montado en una moto por todo Madrid, dando color a un Madrid
gris y
oxígeno con el shock de sus firmas a una sociedad acartonada
y paralizada. No
había malicia, había ganas de pasarlo bien y
crear buen rollo, desde un
gamberrismo con mucha clase que expresa la disolución de las
barreras de clase
y las fronteras entre los barrios obreros y el centro urbano.
GÁLVEZ: Fueron muchos
sucesos lo que atrasaron la incursión del Graffiti en
España, en comparación
con el resto de Europa. Era un momento de coyuntura sociopolítica de bastante represión
moral y psicológica, donde se estaba saliendo de un largo periodo de silencio y dominio; se estaba
reconstruyendo un país, una democracia, una nueva sociedad.
Esta fractura tuvo
mucho que ver con las frecuentes pintadas que aparecían en
las calles, donde se
expresaba la disconformidad social con carácter
reivindicativo y unos grandes
deseos de libertad y esperanza de un nuevo empezar. Si a esto unimos
poco
después la formación dela Movida
madrileña, surgió una época en donde
primaba
la rebeldía y la creatividad, en la que las calles eran un
medio más para poder
expresarse, con Muelle como máximo exponente.
Quizá
el grafitero
contemporáneo más célebre para los
profanos en este mundo fuese Muelle. ¿Por qué creéis que logró
aquella
relevancia?
FIGUEROA: Por ser un
pionero, tener un mote simpático y muy expresivo y una firma
con un diseño
impactante y fácil de retener,
y sobre
todo por su carisma personal y el misterio que le envolvió
hasta que entre 1986
y 1987 salió del anonimato. También por firmar
con gracia y no hacerlo en
cualquier sitio, era un rebelde muy bien mirado que sabía
que lo que se pinta
sin hacer daño dura más y genera buenas
vibraciones. Mientras otros ponían
bombas, daban palos a la gente o acababan en el quinquerío o
en el infierno de
las drogas, él se autoafirmaba y se regalaba a los
demás tocando en bandas de
rock y firmando por las paredes, ¿cómo no le iba
a querer la gente de aquella
generación? Era como un arco iris surgido de las noches de
neón que eclipsaba
las grises lápidas del rancio Madrid.
GÁLVEZ: Él, a su modo,
creó un código muy personal de cómo
hacer Graffiti sin molestar, es decir, los
que salieron después que él respetaban pintaren
la misma clase de lugares y lo
hacían de manera que la firma resultase decorativa y no
generase un gasto a un
particular. Él fue el primero en darse a conocer, en
moverse, en pintar por toda
la ciudad, en una época en la que nadie pintaba y en una
ciudad aséptica en la
que abundaban las paredes grises. Por eso a mediados de los 80 los
medios se
fijaron en él y en el fenómeno de las pintadas;
el público en general no lo
entendía, y se preguntaban qué era eso de Muelle,
por qué estaba en todas
partes, quién hacía ese tirabuzón
multicolor.
También
fue el primero
en registrar su firma frente a un posible plagio que se
venía venir y rechazó
ofertas millonarias para comerciar con ella. Muelle fue pionero, y
además tenía
una firma legible, muy reconocible, similar a un logotipo. Su estilo y
su
carisma inspiraron a muchos a hacer lo mismo, ya
que vieron en pintar una forma sencilla de hacerse famosos.
Por
último, el prestigio
de Muelle no sólo le viene dado por haber sido el primero,
sino por ser el
creador de un estilo: el estilo flechero, desconocido en el resto de
Europa e
imitado hasta la saciedad en los primeros años del bombardeo
en España. Las
siguientes generaciones de Muelle heredaron su ética, e
intentaron hacerlo
bonito, creó escuela y fue un ejemplo para muchos escritores.
A
grandes rasgos, ¿qué es lo
que pretende alguien que estampa su firma en un espacio
público?
FIGUEROA: Singularizarse
de la masa, hacerse ver, hacerse oír, hacerse
sentir… construirse un nombre,
construirse a sí mismo como persona o como personaje, vivir
su propia aventura,
entablar una comunicación, provocar, ser famoso, sentirse
parte de una
comunidad... muchas cosas que dependen de la dimensión
personal o psicoevolutiva
y la fase que esté viviendo del Graffiti como proceso
histórico. Los motores y
los objetivos de un escritor de graffiti de los 70 u 80 no son
exactamente los
mismos del escritor del siglo XXI.
GÁLVEZ: Cada uno tiene
unas motivaciones muy personales para realizarlo. Me remito a una
respuesta de
Bleck la rata, que aparece en nuestro libro y que refleja muy bien el
sentido
de hacerlo: “No creo que nadie que
ha
empuñado un bote de pintura pueda responder fehacientemente
a esta pregunta.
Son demasiadas cosas, todas muy pequeñas y que pertenecen al
universo
particular de cada uno. En verdad que hay un poco de todo ello, pero es
mucho
más. Podría ser porque amaba el sonido de la
pintura cuando salía por el
pitorro, ese Shhhhhhh continuo; también por salir por las
noches y ser
consciente de que todo el mundo duerme y tú estás
despierto; también por la
planificación de las zonas a donde irías;
quizás por ser diferente; quizás por
buscar una forma de escapar al sistema; quizás por ser
más original que nadie;
quizás para expresar algo que llevaba frustrado
años en mi interior; quizás por
plantar cara a la ley y saltarte las normas a la torera;
quizás por ser
conocido o reconocido; quizás porque no había
otra cosa que quisieras hacer...
todas las respuestas son válidas y serían muchas
más, y aun así, no bastarían
para delimitar algo tan indelimitable como el salir con un spray y
pintar.”
A
veces se ha producido el
debate sobre la institucionalización del grafiti y la
posible pérdida de
esencia que esto supone. ¿Cuál es vuestra
opinión al respecto?
FIGUEROA: El graffiti
como todo medio se puede instrumentalizar o manipular, da igual el tipo
de
régimen político o la ideología. Hoy
en día se convierte en un endemismo
cultural no sólo por su fortaleza como medio alternativo de
comunicación, sino
porque se ha imbricado en el sistema gracias a su conversión
en una mercancía.
Esto es, depende de la maquinaria industrial e implica notablemente a
un sector
empresarial. Tanto en lo que atañe a su
producción como a su represión es un
negocio. Cada opción, la integración o la
represión, beneficia económicamente y
en su estatus social más a unos que a otros, siendo los
principales afectados
los escritores de graffiti, la ciudadanía, los
políticos, los fabricantes de pintura
y las empresas restauradoras o las de seguridad. Este negocio, junto
con la
generación de una comunidad de perseverantes hermanados por
la práctica del
graffiti, es la gran novedad histórica del
fenómeno y la clave para entender
por qué de momento el Graffiti tal y como existe ahora no
podrá desaparecer si
no hay un cambio del sistema social y económico. Se
podría afirmar que su
alegalización, ilegalización o
legalización alteran su entidad, su
manifestación y su vivencia, pero jamás
acabarán con su existencia.
Este
dinamismo se ve en
el transcurso del libro, cómo una postura beligerante contra
el Graffiti produce
el castigo de su vertiente artística, esa que lo ha
singularizado de otros graffitis
históricamente hablando. A aquel escritor de graffiti que
entre en el juego del
malditismo sólo le queda creerse que el único
camino posible es el vandalismo,
pero ahí hay otro punto de inflexión para perder
la esencia y más crítico que
entrar en el sistema, pues se alía en la coerción
del concepto de libertad de
expresión y de crecimiento humano que subyace en la
filosofía del Graffiti. Por
tanto, más allá de ese comercialismo, de los
concursos, de la expedición de
permisos, de los límites de la propiedad… la
verdadera pérdida de esencia
radica en el concepto de la libertad de acción y de la
expresión personal, sin
eso no hay graffiti. Y si ese concepto no se pone al servicio de la
edificación
personal, entonces no hay Graffiti. El graffiti siempre ha sido un medio
al
margen y sólo desde las últimas
décadas del siglo XX ha sido explícitamente
ilegal. El graffiti es el manejo de la expresión
gráfica al margen de la norma
y, cuando existe una ley en contra, se convierte en el enfrentamiento
contra
esa norma.
GÁLVEZ: A principios de la
década de los 80 los coleccionistas de arte empezaron a
fijarse en estas
inconformistas obras. Prueba de ello es la dedicación en
distintas muestras de arte
contemporáneo como ARCO 06 que en su 25 aniversario
creó una sección especial
dedicada al Street Art en el programa OnYouth
Culture. En un principio los graffitis fueron utilizados por
grupos o
pandillas para marcar su zona, por lo que el término se ha
aplicado a numerosos
actos sobre el exterior de las propiedades, considerados a veces
vandálicos.
Sin embargo actualmente se ha convertido en una muestra de arte muy
sofisticada
y de renombre y se discute si para conservar su esencia, el Graffiti
debe ser
ilegal y contrasistema.
Desde un punto de vista académico arte es aquello que los
expertos (críticos,
galeristas, museos, compradores, etc.) consideran como tal. En
definitiva, el
arte es definido por el aparato crítico y el mercado y
cualquier objeto es
susceptible de llegar a considerarse una obra de arte. El Graffiti
también. Por
otro lado, el arte se inscribe totalmente dentro de los
parámetros del orden social,
es transgresor casi en exclusiva con respecto a su propio lenguaje. El
Graffiti,
por el contrario, busca nuevas y variadas formas de
expresión transformando su
propio lenguaje, lo que actualmente le confiere una madurez creativa que lo hace original y
sorprendente.
Por lo tanto desde un punto de vista académico
difícilmente el graffiti puede
ser considerado arte; pero si atendemos a una definición de
arte más cercana e
intuitiva, una definición subjetiva en la que primen
elementos como la
intencionalidad del grafitero, la mirada del espectador, la capacidad
expresiva
de la obra atendiendo a sus valores técnicos,
estéticos narrativos y/o abstractos,
sin duda alguna el graffiti puede ser considerado arte, un arte cargado
de
frescura y espontaneidad: el arte del spray. Se puede aventurar a decir
que el
Graffiti, con su imaginería desbordante, su
combinación de colores tan personal
y la rúbrica del artista considerada como otra parte de
expresión plástica, es
el arte que continúa la tradición de la pintura
iconográfica y el muralismo
artístico.
Desde otro punto de vista, desde la integración del Graffiti
por las
instituciones, esto es, que se fomente mediante la
celebración de exposiciones,
exhibiciones, concursos o eventos patrocinados por ayuntamientos u
otros
organismos públicos, diremos que eso no es Graffiti, ya que
el soporte sobre el
que se realiza no es ajeno, y además está hecho
con permiso. En ese caso lo que
ahí se muestra es arte con
“estética” de Graffiti, pero no es
Graffiti como
tal.
¿Qué
puede encontrar el
lector en vuestro estudio sobre el mundo del grafiti?
GÁLVEZ:
Firmas, muros y botes relata
los inicios
del Graffiti en Madrid de forma completa y rigurosa. Es un relato
histórico con
declaraciones personales de los escritores de graffiti de Madrid de los
80.
Incluye en sus páginas tanto perspectivas personales que
intentan dar a
comprender el entorno social y cultural del Graffiti, como documentos y
fotografías inéditas. Es un libro sobre la
historia de lo que se conoce como
Graffiti Autóctono, aunque no se limite estrictamente a
él o, mejor dicho, se
ocupe también de otras manifestaciones culturales que nos
ayudan a explicar su
entidad como fenómeno. Cronológicamente abarca el
último cuarto del siglo XX,
poniéndose gran énfasis en la década
de los 80; en lo territorial se sitúa en
Madrid y en algunas localidades de su corona metropolitana.
FIGUEROA:
Añadiría además,
que es un relato vivencial de una serie de personas que, como todos,
buscamos
un lugar en el mundo y desarrollar en plenitud nuestro impulso vital.
Que esa
forma sea más o menos conflictiva depende de factores
más flexibles y dinámicos
de lo que creemos. En fin, es el testimonio de unos seres humanos en
una época,
pero también el retrato de una faceta de la humanidad que se
resiste a asumir
ciertas convenciones sociales que deben estar siempre en
revisión y en debate.
La memoria histórica ayuda a ello.
Así que la piedra angular desde la que se ha ido
construyendo este relato
histórico han sido los escritores de graffiti en su
conjunto, además de la consulta de toda suerte de
documentos, algo que nunca
antes ha sido tratado por ningún otro libro sobre el tema en
España.
¿Qué
puede aportarnos desde el punto de vista histórico el
estudio
de esta forma de comunicación?
FIGUEROA: La
reivindicación de la microhistoria o de la otra historia
como fuente de
conocimiento del ser humano y la sociedad. Eso es crucial para entender
el
valor de este tipo de estudios y de la consideración del
estudio de estas
manifestaciones culturales y urbanas en cada contexto
histórico y su puesta en
correlación con otras esferas culturales de su momento. Yo
no podría
aproximarme a comprender la sociedad romana o de cualquier
época sin conocer esa
otra cultura popular que se refleja a través del graffiti en
sociedad que sumaban
a su tradición oral lo textual o iconográfico.
Gracias a eso sabemos mejor y en
primera persona cómo vivían de verdad,
cómo se expresaban, si se les dejaba
expresarse y con qué medios, cómo pensaban,
qué deseaban, a qué aspiraban, qué
temían y qué les hacía sentirse
queridos o admirados. Sin duda, nos va a ayudar
a comprender, si no mejor la historia española popular
durante la democracia
temprana, sí una faceta raramente tratada fuera de los
estereotipos y clichés.
GÁLVEZ: Firmas, muros y botes
es un libro
de investigación que ofrece materiales documentales para el
conocimiento de la
historia del Graffiti en Madrid por las nuevas generaciones. Su archivo
gráfico
es amplio y variado, así como el testimonio de su
más de un centenar de
informantes, con objeto de ofrecer una panorámica lo
más completa y plural
posible de un fenómeno que no se puede reducir a un simple
estereotipo cultural
o anécdota social. Es un tesoro documental fundamental para
conocer la génesis,
definición y maduración del Graffiti
Autóctono a lo largo de los años 80 y 90, y
comprender
mejor la ciudad de ayer, hoy y mañana.
_________________________________________
Madrid | Entrevistas | Metros
|| Mail
|| Links
|| Home |
|
|