La
leyenda de MUELLE
Texto
extraído del libro "Madrid Graffiti"
© Fernando
Figueroa-Saavedra y Felipe Gálvez
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A
través de las conversaciones sostenidas con escritores,
sobre todo de la nueva escuela, se observa que
algunos episodios de su carrera se han
convertido con el tiempo en ejemplos deontológicos para las
generaciones
posteriores. Al igual que sucedió en otros contextos
grafiteros con escritores
como el mítico TAKI 183, MUELLE sirve a la imagen
del héroe cultural (Kris
y Kurz 1991: 36), aunque dentro de esta subcultura encontremos voces
que
repudien a MUELLE por sus peripecias comerciales o su
conversión por los medios
de comunicación en la personificación
única y omnipresente del mundo del
graffiti. De este modo, a través de la selección
rememorada de distintos
episodios de su vida, se construye un mito cultural en el que su perfil
ético
como persona y su perfil ético como escritor
confluyen en la
consagración de un modelo de conducta a seguir o respetar.
Proceso que se ha
visto ayudado con su temprana y trágica muerte.
Como
muestra de este proceso, se seleccionan cuatro episodios, aunque haya
circulando algunos más tanto en recopilaciones textuales
como en transmisiones
orales.
Primero,
referiremos una historia que refleja lo que podría llamarse:
el espíritu
deportivo o caballeresco del graffiti. Ya se ha contado
cómo entre los
primeros autóctonos se producen en ocasiones persecuciones o
competiciones
desde el mutuo anonimato como forma de amenizar o hacer más
excitante aún su
actividad. Esto ocurre con los que parecen erigirse en los
años 80 como los
principales taggers madrileños: MUELLE
y BLECK (la rata), entre los que
se establece una particular rivalidad.
Fernando
Argüello.- Luego a BLECK sí le llegó a
conocer. Pero, mientras no se conocían,
quieras o no, habría una rivalidad entre ellos. A
ver quién
pintaba más o si
pintabas en un sitio, cerca pintabas
tú.
F.
F-S.- ¿Las
persecuciones?
F.
A.- Sí.
(Fernando
Argüello c.p. 1-11-2000)
De
este modo, BLECK se lanza a perseguir las firmas de MUELLE poniendo su
firma
junto a ellas, respondiendo en otras ocasiones MUELLE con el mismo tipo
de
maniobra. Otras veces se trataba de realizar el máximo de
firmas en una noche o
ver cuanto podía cundir un bote en una sesión de takeo.
Esta situación
dura algunos años hasta que un día la rivalidad
del graffiti desemboca en el
encuentro y en la amistad. En este sentido, la idea de la rivalidad se
complementa con el ancestral tema de la conciliación de los
opuestos:
BLECK (la
rata).- «Yo tuve la
fortuna de conocerlo, por un tiempo fuimos archi-enemigos de paredes...
hasta
que nos conocimos y pasamos a ser fraternales colegas de andanzas, o
como
decíamos, dos caras de la misma moneda.»
(BLECK c.e. julio 1999)
El
momento de la ruptura del misterio de sus identidades entre ellos y de
su
primer encuentro lo describe BLECK de la siguiente manera:
BLECK (la
rata).- «Me rompí una
pierna y estaba en casa escuchando la radio por la tarde, y cuando Paco
Pérez
Bryan dijo que tenían en el estudio a alguien que era la
sombra de Madrid,
lo adiviné, era el Muellín. Asi que
llamé cuando abrieron el turno de ruegos y
preguntas... fue de lo mas divertido. Verás, la gente
llamaba y preguntaba
gilipolleces y cosas por el estilo, así que cuando me
cogieron el teléfono, yo
también dije que pintaba y todo eso, pero sin decir
quién era. Así que después
de un rato, me preguntaron quién era, y se lo dije... el
silencio fue
espectral, de lo más gozoso; así lo dijo Paco,
que comentaba sobre la cara del
Muelle, pálido, o al menos sorprendido, casi tanto como yo
mismo. Hay que
entendernos, llevábamos más de tres
años pintando y nunca habíamos coincidido,
jamás; alguna vez pasabas por una pared y podías
oler el spray aún
fresco del Muelle, y otras era yo el que hacía una y al cabo
de una hora volvía
a pasar y veía otra de él junto a la
mía, que antes no estaba, pero jamás
habíamos coincidido, así que fue un verdadero
shock el poder hablar. Nos
sacaron de las ondas y quedamos para el día siguiente en el Café
Central
de Madrid, pues los dos éramos sendos aficionados al jazz
y como ninguno
bebíamos, remojamos nuestro encuentro con sendas
tónicas y panchitos.» (BLECK,
Spanish Graffiare julio 1999)
Esta
historia, además, se suele aderezar con la
caracterización de ambos escritores
con elementos éticos que subrayan aún
más la rivalidad. Así se dota a BLECK de
un criterio ético más radical en cuanto a la
selección de soportes frente a un
MUELLE más cuidadoso y medido en las consecuencias
dañinas de sus acciones.
MUELLE.-
«Hombre, yo no pinto en cualquier sitio. Ante todo
hay que saber donde
pintas. Es decir, la gente no comprende igual una pintada en un muro de
una
obra que en una propiedad privada. Ante todo hay que saber dirigir la
pintada a
la gente. Es decir, según donde pintes va a generar mejor
publicidad o peor
publicidad. Y de lo que se trata es de que sea un elemento decorativo y
no algo
que ensucie. Es decir, que no genere un gasto.» (¿Adivina
quién viene
esta noche?, TVG, 1989)
En segundo lugar, algunos escritores
recuerdan y comentan la anécdota conocida como la
compra de MUELLE
(Conejero s.d.: 80; Fernández 20-2-1995: 73; ZSL c.p.
19-3-1996; Íñiguez
11-7-1996: 24). Ésta se funda sencillamente en el hecho de
que MUELLE recibe
cuando alcanza la fama la proposición de compra por parte de
una conocida, pero
indeterminada empresa de fabricación de colchones, de su
logotipo por valor de
5 millones de pesetas. Esta empresa quería conseguir que
MUELLE cediese su
popularísima firma para figurar como logotipo de su marca,
esperando con ello
una promoción publicitaria importante. MUELLE, por supuesto,
se niega a
venderla o, mejor dicho, se niega a venderse -considerando el alto
grado de
identificación entre el escritor y la
firma-. Sin duda, esta historia pasa con el
tiempo a reflejar el rechazo a la inserción subsidiaria del
graffiti en los
mecanismos económicos del sistema. Una
domesticación que responde a unos
intereses comerciales particulares y que procura manipular y encauzar
en su
beneficio la creatividad espontánea e individualista que
vibra en el graffiti.
Su rentabilización económica, al menos, a
través de manos ajenas a la construcción
del movimiento y que buscan su explotación sin
ningún riesgo ni sacrificio, es
una de las actitudes sociales que causa más repulsa entre
los escritores.
Éstos se consideran únicos dueños de
sus obras y de querer sacarse a éstas
algún provecho económico sería con su
consentimiento, bajo su iniciativa y, por
supuesto, desde el respeto a sus derechos principales como
creadores.
En este sentido, el empleo de la
firma de MUELLE para una campaña publicitaria de la marca Whisky
DYC
ejemplifica ese otro tipo de concepción del escritor
como un creativo
reconocido, al que no sólo se tiene en cuenta, sino que se
le reconocen sus
derechos legales. Y, por otro lado, la recepción de ofertas
y su rechazo genera
la impresión de autoafirmación y de
autosuficiencia, como también se trasluce
en el comentario de BLECK (la rata) de una oferta que reciben
conjuntamente él
y MUELLE:
BLECK (la
rata).- «Estuvimos a
punto de firmar un contrato con una empresa de televisión
por el cual cedíamos
los derechos para utilizar los nombres de nuestros caracteres, con lo
que
hubiesen realizado una serie de dibujos animados en la TV, cuando solo
había
tres canales. Pero nos echamos hacia atrás. Los 5 millones
de la época nos
sabían a poco... pero hubiese sido un gozo superior el
habernos visto
reflejados en unos personajes de cómic en la pantalla...
además que aún
podríamos seguir viéndolos...»
(BLECK c.e. julio 1999).
Otra tercera anécdota, ilustrativa
al respecto de su arquetipización y bastante relacionada con
la cuestión
anterior, es el plagio de MUELLE. En el especial de
junio de 1988, Madrid,
cultura viva, de la revista del Ayuntamiento de Madrid,
editado con
motivo de la candidatura de la ciudad de Madrid a la capitalidad
europea de la
Cultura, el dibujante J.L. Cabañas incluye su firma en una
ilustración
humorística sin su consentimiento (pág. 64).
MUELLE, consiguientemente,
presenta la correspondiente denuncia por plagio contra la
corporación municipal
en el Juzgado de Instrucción número 18 de Madrid.
A resultas de que tiene registrada
en el Registro de la Propiedad su firma desde diciembre de 1985, la
demanda
prospera a su favor y se le reconocen oficialmente sus derechos
exclusivos
sobre ella (Gracia 20-11-1992: 30; Martín 3-7-1995: 39;
Cabezas 5-7-1995: 6).
Hay
que advertir que, aunque esa es la más representativa y
recordada por su éxito,
también hubo otra denuncia por supuesto plagio que no
prospera. La dirige
contra la agencia publicitaria Lintas por recurrir
a la representación
animada de una espiral flechada en un anuncio de un
automóvil de Renault (Revoluciones
por minuto s.d.: 15). Puede comentarse a este respecto la
especial atención
que presta esta empresa por asociar la imagen de sus modelos destinados
a un
mercado juvenil, como el Renault Clio, con la
imagen del graffiti. No es
extraño que posteriormente Renault se proponga sacar uno con
su marca, el “Clio
Muelle”, pero que por no llegarse a un acuerdo
sólo fragüe en el conocido “Clio
Graffiti” (Fernando Argüello c.p.
1-11-2000).
La falta de respeto por el
individuo, la vampirización de los artistas oficiales de la
creatividad
popular, el menosprecio del creativo de a pie al que no se le consulta
pero se
usa, la instrumentalización política, la fe en la
justicia que respalda al buen
delincuente, la salvaguarda de la propiedad del pobre frente a la
prepotencia
del poderoso, etc., son temas que revolotean de algún modo
alrededor de toda
esta historia. Temas que se consagran como constantes en el conjunto de
testimonios transmitidos y que construyen una memoria y una identidad
común de
los escritores de graffiti.
Finalmente, hay otro hecho de su
vida que adopta un cariz ejemplar en cuanto que subraya el papel
pionero de
MUELLE y su compromiso por el reconocimiento público del
graffiti, dentro de la
oficialidad cultural, en lucha contra las instituciones y los intereses
particulares. Es el que podemos llamar el prendimiento y
juicio de MUELLE
(Salas 19-3-1987: 24; Yoyoba 22-3-1987: 78; Hernández
4-10-1987: 5; Jarque
1-5-1988:28; Fernández 20-2-1995: 73; Cabezas 5-7-1995: 6;
Sampedro 28-10-1995:
7).
En
la madrugada del 25 de enero de 1987, MUELLE se deja sorprender
mientras firma
con un rotulador negro sobre el pedestal de la emblemática
estatua del oso y el
madroño, en el nuevo emplazamiento que le había
destinado la última
remodelación de la Puerta del Sol. Según se
relata, MUELLE es detenido por un
sereno, Francisco Javier Velasco, que requiere la presencia de otros
seis
compañeros. Este prendimiento le contrae un juicio y una
multa de 2.500 pesetas
que recurre. Ese juicio lo aprovecha MUELLE para defender ante los
tribunales
la validez cultural de su arte callejero y de su forma de entender el
hecho
creativo desde la iniciativa individual.
Aunque
esta iniciativa estaba condenada de antemano al fracaso, tiene no
obstante una
notable repercusión social por lo que representa como gesto
y gracias a la
atención prestada por algunos medios de
comunicación.
Como
colofón a este apartado y como ilustración
fundamental de la construcción del
mito de MUELLE, tenemos la realización del documental, Mi
firma en las
paredes, dirigido por Pascual Cervera y producido por
José Luis R.
Puértolas, para el programa Crónicas
urbanas de TV2. Su rodaje se
realiza entre 1989 y
1990. Su emisión el 1 de febrero de 1991 tiene una notable
importancia por
estimular la introducción en el graffiti y por tratar de
hacer comprender la
complejidad cultural y humana del mundo del graffiti.
Este
documental se concibe a modo de
docudrama, combinando así una serie de informaciones
documentales y una especie
de cortometraje. En su trama, se retrata la vida de tres taggers
autóctonos, INDIO, MOMO y TIFON, junto a otro veterano,
retirado, llamado TABU,
nombre bajo el que se oculta BLECK (la rata) y se hace una
pequeña panorámica
del Graffiti Autóctono del foco sur. Particularmente, nos
interesa en especial
porque se presenta como uno de los deseos máximos de estos
tres escritores
el conocer al MUELLE. Finalmente, en esta historia que combina la
reconstrucción de hechos reales con la
construcción ficticia, el más joven de
ellos, INDIO, le llega a conocer, aunque el espectador vea siempre a
MUELLE de
espaldas u oculto con un casco de motorista. En esos momentos
compartidos entre
ambos, MUELLE le hace partícipe de su peculiar
visión de la vida el
graffiti mediante algunas citas y
consejos.
INDIO.-
«¿Nunca te han pillado?
MUELLE.- Mira,
llevo ocho años
pintando y me ha pasado de todo. He aprendido dos cosas: la primera es
que no
se puede pintar en cualquier sitio; no puedes pintar en los vagones del
metro,
las paredes de las casas ni en las propiedades privadas.
I.- Entonces,
¿dónde se puede
pintar?
M.- Pues,
en carteles
publicitarios, vallas abandonadas, tapias, casas abandonadas... cosas
por el
estilo. Pero aún así hay gente que nos sigue
teniendo gato. Lo que pasa es que
hay grafiteros muy agresivos que pintan en donde les pilla y eso a la
gente le
molesta bastante.
I.- A
mí me han dicho que los sprays
joden la capa de ozono.
M.- Mira
tío, con nuestras
pintadas le devolvemos a la ciudad parte del oxígeno que le
roban los
fabricantes de spray. Cuando pintas te sientes vivo
y por un momento
pues te olvidas que eres masa. En una ciudad como ésta hay
demasiada mierda y
demasiada soledad. De este modo le regalamos a la gente un poco de
nosotros
mismos.»
(INDIO y
MUELLE, Mi firma en las
paredes, TVE, 1990)
Sin duda, este documental se trata
de un verdadero homenaje a la persona y al personaje de MUELLE que
queda así
inmortalizado para las generaciones posteriores de escritores.
Incluso,
la realización de este documental, que más o
menos se configura como un retrato
tipo de estos personajes urbanos y de su mundo, genera nuevos episodios
de su
historia y leyenda.
ALIEN.-
[MUELLE] era el puto amo. Luego le conocías en persona y
bueno... Hay muchas
historias, pero yo me acuerdo de una. Por ejemplo, de cuando hicieron
la
película esta de Mi firma en las paredes,
que salimos una serie de pintores,
¿no? [...] Ahí pasó una movida que
dijeron al principio que nos iban a pagar [y
a darnos sprays]. No nos quisieron pagar y el
tío dijo que paraba la
película y
que no movía nada hasta que
no nos pagarán.
F.
G.- O sea, que se mojó por vosotros.
A.-
Sí, pero completamente. Además que con dos
cojones como se suele decir, ¿sabes?
Allí en el acto y tal, una vez que estábamos en
Cuatro Caminos, que es cuando
sale la escena de las putas y están pintando ahí,
debajo de los puentes estos,
de los arcos. El tío, pues... Y le intentaron de convencer,
¿sabes? De esto de:
-Vamos a hablar, Juan Carlos. Vamos a hablar. Vente para
acá. – Qué
no, qué no. Al final no nos pagaron, pero
consiguió que se moviera algo el
tema. Y, bueno, pues hubo de los que fuimos a dos o tres personas que
los
llamaron de televisión [TVE] para mirar eso y tal. Pero que
bueno al final no
nos pagaron, pero bueno por lo menos... Si llega a ser otro, pues mira,
a lo
mejor pasa y ya está. Va a su puta bola y ya está.
(ALIEN
c.p. 16-12-2000)
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