Muelle en 1985, en Ribera de Curtidores
La leyenda de Muelle Muelle El Tirabuzón omnipresente Carta sobre Juan Carlos Chico elástico Muelle, el nombre del márketing
 
muelle


La leyenda de MUELLE

Texto extraído del libro "Madrid Graffiti"
© Fernando Figueroa-Saavedra y Felipe Gálvez
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   A través de las conversaciones sostenidas con escritores, sobre todo de la nueva escuela, se observa que algunos episodios de su carrera se han convertido con el tiempo en ejemplos deontológicos para las generaciones posteriores. Al igual que sucedió en otros contextos grafiteros con escritores como el mítico TAKI 183, MUELLE sirve a la imagen del héroe cultural (Kris y Kurz 1991: 36), aunque dentro de esta subcultura encontremos voces que repudien a MUELLE por sus peripecias comerciales o su conversión por los medios de comunicación en la personificación única y omnipresente del mundo del graffiti. De este modo, a través de la selección rememorada de distintos episodios de su vida, se construye un mito cultural en el que su perfil ético como persona y su perfil ético como escritor confluyen en la consagración de un modelo de conducta a seguir o respetar. Proceso que se ha visto ayudado con su temprana y trágica muerte.

  Como muestra de este proceso, se seleccionan cuatro episodios, aunque haya circulando algunos más tanto en recopilaciones textuales como en transmisiones orales.

   Primero, referiremos una historia que refleja lo que podría llamarse: el espíritu deportivo o caballeresco del graffiti. Ya se ha contado cómo entre los primeros autóctonos se producen en ocasiones persecuciones o competiciones desde el mutuo anonimato como forma de amenizar o hacer más excitante aún su actividad. Esto ocurre con los que parecen erigirse en los años 80 como los principales taggers madrileños: MUELLE y BLECK (la rata), entre los que se establece una particular rivalidad.

 

        Fernando Argüello.- Luego a BLECK sí le llegó a conocer. Pero, mientras no se conocían,         quieras o no, habría una rivalidad entre ellos. A ver quién pintaba más o si pintabas en un           sitio, cerca pintabas tú.

        F. F-S.- ¿Las persecuciones?

        F. A.- Sí.

(Fernando Argüello c.p. 1-11-2000)

De este modo, BLECK se lanza a perseguir las firmas de MUELLE poniendo su firma junto a ellas, respondiendo en otras ocasiones MUELLE con el mismo tipo de maniobra. Otras veces se trataba de realizar el máximo de firmas en una noche o ver cuanto podía cundir un bote en una sesión de takeo. Esta situación dura algunos años hasta que un día la rivalidad del graffiti desemboca en el encuentro y en la amistad. En este sentido, la idea de la rivalidad se complementa con el ancestral tema de la conciliación de los opuestos:

 

BLECK (la rata).- «Yo tuve la fortuna de conocerlo, por un tiempo fuimos archi-enemigos de paredes... hasta que nos conocimos y pasamos a ser fraternales colegas de andanzas, o como decíamos, dos caras de la misma moneda.» (BLECK c.e. julio 1999)

          
 
El momento de la ruptura del misterio de sus identidades entre ellos y de su primer encuentro lo describe BLECK de la siguiente manera:

 

BLECK (la rata).- «Me rompí una pierna y estaba en casa escuchando la radio por la tarde, y cuando Paco Pérez Bryan dijo que tenían en el estudio a alguien que era la sombra de Madrid, lo adiviné, era el Muellín. Asi que llamé cuando abrieron el turno de ruegos y preguntas... fue de lo mas divertido. Verás, la gente llamaba y preguntaba gilipolleces y cosas por el estilo, así que cuando me cogieron el teléfono, yo también dije que pintaba y todo eso, pero sin decir quién era. Así que después de un rato, me preguntaron quién era, y se lo dije... el silencio fue espectral, de lo más gozoso; así lo dijo Paco, que comentaba sobre la cara del Muelle, pálido, o al menos sorprendido, casi tanto como yo mismo. Hay que entendernos, llevábamos más de tres años pintando y nunca habíamos coincidido, jamás; alguna vez pasabas por una pared y podías oler el spray aún fresco del Muelle, y otras era yo el que hacía una y al cabo de una hora volvía a pasar y veía otra de él junto a la mía, que antes no estaba, pero jamás habíamos coincidido, así que fue un verdadero shock el poder hablar. Nos sacaron de las ondas y quedamos para el día siguiente en el Café Central de Madrid, pues los dos éramos sendos aficionados al jazz y como ninguno bebíamos, remojamos nuestro encuentro con sendas tónicas y panchitos.» (BLECK, Spanish Graffiare julio 1999)


 Esta historia, además, se suele aderezar con la caracterización de ambos escritores con elementos éticos que subrayan aún más la rivalidad. Así se dota a BLECK de un criterio ético más radical en cuanto a la selección de soportes frente a un MUELLE más cuidadoso y medido en las consecuencias dañinas de sus acciones.

MUELLE.- «Hombre, yo no pinto en cualquier sitio. Ante todo hay que saber donde pintas. Es decir, la gente no comprende igual una pintada en un muro de una obra que en una propiedad privada. Ante todo hay que saber dirigir la pintada a la gente. Es decir, según donde pintes va a generar mejor publicidad o peor publicidad. Y de lo que se trata es de que sea un elemento decorativo y no algo que ensucie. Es decir, que no genere un gasto.» (¿Adivina quién viene esta noche?, TVG, 1989)

 

            En segundo lugar, algunos escritores recuerdan y comentan la anécdota conocida como la compra de MUELLE (Conejero s.d.: 80; Fernández 20-2-1995: 73; ZSL c.p. 19-3-1996; Íñiguez 11-7-1996: 24). Ésta se funda sencillamente en el hecho de que MUELLE recibe cuando alcanza la fama la proposición de compra por parte de una conocida, pero indeterminada empresa de fabricación de colchones, de su logotipo por valor de 5 millones de pesetas. Esta empresa quería conseguir que MUELLE cediese su popularísima firma para figurar como logotipo de su marca, esperando con ello una promoción publicitaria importante. MUELLE, por supuesto, se niega a venderla o, mejor dicho, se niega a venderse -considerando el alto grado de identificación entre el escritor y la firma-. Sin duda, esta historia pasa con el tiempo a reflejar el rechazo a la inserción subsidiaria del graffiti en los mecanismos económicos del sistema. Una domesticación que responde a unos intereses comerciales particulares y que procura manipular y encauzar en su beneficio la creatividad espontánea e individualista que vibra en el graffiti. Su rentabilización económica, al menos, a través de manos ajenas a la construcción del movimiento y que buscan su explotación sin ningún riesgo ni sacrificio, es una de las actitudes sociales que causa más repulsa entre los escritores. Éstos se consideran únicos dueños de sus obras y de querer sacarse a éstas algún provecho económico sería con su consentimiento, bajo su iniciativa y, por supuesto, desde el respeto a sus derechos principales como creadores. 

 

     En este sentido, el empleo de la firma de MUELLE para una campaña publicitaria de la marca Whisky DYC ejemplifica ese otro tipo de concepción del escritor como un creativo reconocido, al que no sólo se tiene en cuenta, sino que se le reconocen sus derechos legales. Y, por otro lado, la recepción de ofertas y su rechazo genera la impresión de autoafirmación y de autosuficiencia, como también se trasluce en el comentario de BLECK (la rata) de una oferta que reciben conjuntamente él y MUELLE:

 
BLECK (la rata).- «Estuvimos a punto de firmar un contrato con una empresa de televisión por el cual cedíamos los derechos para utilizar los nombres de nuestros caracteres, con lo que hubiesen realizado una serie de dibujos animados en la TV, cuando solo había tres canales. Pero nos echamos hacia atrás. Los 5 millones de la época nos sabían a poco... pero hubiese sido un gozo superior el habernos visto reflejados en unos personajes de cómic en la pantalla... además que aún podríamos seguir viéndolos...» (BLECK c.e. julio 1999).


Otra tercera anécdota, ilustrativa al respecto de su arquetipización y bastante relacionada con la cuestión anterior, es el plagio de MUELLE. En el especial de junio de 1988, Madrid, cultura viva, de la revista del Ayuntamiento de Madrid, editado con motivo de la candidatura de la ciudad de Madrid a la capitalidad europea de la Cultura, el dibujante J.L. Cabañas incluye su firma en una ilustración humorística sin su consentimiento (pág. 64). MUELLE, consiguientemente, presenta la correspondiente denuncia por plagio contra la corporación municipal en el Juzgado de Instrucción número 18 de Madrid. A resultas de que tiene registrada en el Registro de la Propiedad su firma desde diciembre de 1985, la demanda prospera a su favor y se le reconocen oficialmente sus derechos exclusivos sobre ella (Gracia 20-11-1992: 30; Martín 3-7-1995: 39; Cabezas 5-7-1995: 6).

 

Hay que advertir que, aunque esa es la más representativa y recordada por su éxito, también hubo otra denuncia por supuesto plagio que no prospera. La dirige contra la agencia publicitaria Lintas por recurrir a la representación animada de una espiral flechada en un anuncio de un automóvil de Renault (Revoluciones por minuto s.d.: 15). Puede comentarse a este respecto la especial atención que presta esta empresa por asociar la imagen de sus modelos destinados a un mercado juvenil, como el Renault Clio, con la imagen del graffiti. No es extraño que posteriormente Renault se proponga sacar uno con su marca, el “Clio Muelle”, pero que por no llegarse a un acuerdo sólo fragüe en el conocido “Clio Graffiti” (Fernando Argüello c.p. 1-11-2000).

            La falta de respeto por el individuo, la vampirización de los artistas oficiales de la creatividad popular, el menosprecio del creativo de a pie al que no se le consulta pero se usa, la instrumentalización política, la fe en la justicia que respalda al buen delincuente, la salvaguarda de la propiedad del pobre frente a la prepotencia del poderoso, etc., son temas que revolotean de algún modo alrededor de toda esta historia. Temas que se consagran como constantes en el conjunto de testimonios transmitidos y que construyen una memoria y una identidad común de los escritores de graffiti.

            Finalmente, hay otro hecho de su vida que adopta un cariz ejemplar en cuanto que subraya el papel pionero de MUELLE y su compromiso por el reconocimiento público del graffiti, dentro de la oficialidad cultural, en lucha contra las instituciones y los intereses particulares. Es el que podemos llamar el prendimiento y juicio de MUELLE (Salas 19-3-1987: 24; Yoyoba 22-3-1987: 78; Hernández 4-10-1987: 5; Jarque 1-5-1988:28; Fernández 20-2-1995: 73; Cabezas 5-7-1995: 6; Sampedro 28-10-1995: 7).

En la madrugada del 25 de enero de 1987, MUELLE se deja sorprender mientras firma con un rotulador negro sobre el pedestal de la emblemática estatua del oso y el madroño, en el nuevo emplazamiento que le había destinado la última remodelación de la Puerta del Sol. Según se relata, MUELLE es detenido por un sereno, Francisco Javier Velasco, que requiere la presencia de otros seis compañeros. Este prendimiento le contrae un juicio y una multa de 2.500 pesetas que recurre. Ese juicio lo aprovecha MUELLE para defender ante los tribunales la validez cultural de su arte callejero y de su forma de entender el hecho creativo desde la iniciativa individual.

Aunque esta iniciativa estaba condenada de antemano al fracaso, tiene no obstante una notable repercusión social por lo que representa como gesto y gracias a la atención prestada por algunos medios de comunicación.
 
Como colofón a este apartado y como ilustración fundamental de la construcción del mito de MUELLE, tenemos la realización del documental, Mi firma en las paredes, dirigido por Pascual Cervera y producido por José Luis R. Puértolas, para el programa Crónicas urbanas de TV2. Su rodaje se realiza entre 1989 y 1990. Su emisión el 1 de febrero de 1991 tiene una notable importancia por estimular la introducción en el graffiti y por tratar de hacer comprender la complejidad cultural y humana del mundo del graffiti.
 
Este documental se concibe a modo de docudrama, combinando así una serie de informaciones documentales y una especie de cortometraje. En su trama, se retrata la vida de tres taggers autóctonos, INDIO, MOMO y TIFON, junto a otro veterano, retirado, llamado TABU, nombre bajo el que se oculta BLECK (la rata) y se hace una pequeña panorámica del Graffiti Autóctono del foco sur. Particularmente, nos interesa en especial porque se presenta como uno de los deseos máximos de estos tres escritores el conocer al MUELLE. Finalmente, en esta historia que combina la reconstrucción de hechos reales con la construcción ficticia, el más joven de ellos, INDIO, le llega a conocer, aunque el espectador vea siempre a MUELLE de espaldas u oculto con un casco de motorista. En esos momentos compartidos entre ambos, MUELLE le hace partícipe de su peculiar visión de la vida  el graffiti mediante algunas citas y consejos.

 

INDIO.- «¿Nunca te han pillado?

MUELLE.- Mira, llevo ocho años pintando y me ha pasado de todo. He aprendido dos cosas: la primera es que no se puede pintar en cualquier sitio; no puedes pintar en los vagones del metro, las paredes de las casas ni en las propiedades privadas.

I.- Entonces, ¿dónde se puede pintar?

M.- Pues, en carteles publicitarios, vallas abandonadas, tapias, casas abandonadas... cosas por el estilo. Pero aún así hay gente que nos sigue teniendo gato. Lo que pasa es que hay grafiteros muy agresivos que pintan en donde les pilla y eso a la gente le molesta bastante.

I.- A mí me han dicho que los sprays joden la capa de ozono.

M.- Mira tío, con nuestras pintadas le devolvemos a la ciudad parte del oxígeno que le roban los fabricantes de spray. Cuando pintas te sientes vivo y por un momento pues te olvidas que eres masa. En una ciudad como ésta hay demasiada mierda y demasiada soledad. De este modo le regalamos a la gente un poco de nosotros mismos.»

(INDIO y MUELLE, Mi firma en las paredes, TVE, 1990)


Sin duda, este documental se trata de un verdadero homenaje a la persona y al personaje de MUELLE que queda así inmortalizado para las generaciones posteriores de escritores. Incluso, la realización de este documental, que más o menos se configura como un retrato tipo de estos personajes urbanos y de su mundo, genera nuevos episodios de su historia y leyenda.

 

ALIEN.- [MUELLE] era el puto amo. Luego le conocías en persona y bueno... Hay muchas historias, pero yo me acuerdo de una. Por ejemplo, de cuando hicieron la película esta de Mi firma en las paredes, que salimos una serie de pintores, ¿no? [...] Ahí pasó una movida que dijeron al principio que nos iban a pagar [y a darnos sprays]. No nos quisieron pagar y el tío dijo que paraba la película  y que no movía nada hasta que no nos pagarán.

F. G.- O sea, que se mojó por vosotros.

A.- Sí, pero completamente. Además que con dos cojones como se suele decir, ¿sabes? Allí en el acto y tal, una vez que estábamos en Cuatro Caminos, que es cuando sale la escena de las putas y están pintando ahí, debajo de los puentes estos, de los arcos. El tío, pues... Y le intentaron de convencer, ¿sabes? De esto de: -Vamos a hablar, Juan Carlos. Vamos a hablar. Vente para acá.Qué no, qué no. Al final no nos pagaron, pero consiguió que se moviera algo el tema. Y, bueno, pues hubo de los que fuimos a dos o tres personas que los llamaron de televisión [TVE] para mirar eso y tal. Pero que bueno al final no nos pagaron, pero bueno por lo menos... Si llega a ser otro, pues mira, a lo mejor pasa y ya está. Va a su puta bola y ya está.

(ALIEN c.p. 16-12-2000)


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